28 noviembre 2008

Tiempo al tiempo

Una muchacha, con pasos distraídos, camina por la calle, de pronto tropieza con una fantasmal cáscara de plátano. Patina y cae. Escucho risas, carcajadas. La escena es graciosa, eso siempre y cuando le ocurra a otro, el resto disfruta del show, ríe sin siquiera evitarlo. La chica, despreocupadamente, se sienta al borde de la acera, se recuesta boca arriba, acomoda sus manos debajo de la nuca y extiende las piernas. Decide quedarse allí, con la vista adherida al cielo.
.
Sabe, le consta, que las cosas que le han de traer angustias, luego de algún tiempo, pierden la potencia, el efecto, y el pesar, el llanto, se desfiguran, sin poder entender qué sucedió, en algo distinto, en algo radiante, alegre, de un gustillo dulce. Decide quedarse allí, tirada en medio de la calle hasta que eso ocurra, y yo, con una ilusión pegada al pecho, pienso acompañarla.
.
.

No hay comentarios: