22 noviembre 2008

¡Achís!

Luego de algunas semanas y por consideraciones 'carnales', Marcos volvía al campo de batalla. Claudia decidió darle otra oportunidad. Esta vez, lo abordó, según ella misma cuenta, con intensa dulzura para no espantar a la presa. Rodaron sedientos hasta la cama. El tic tac marcó un minuto, dos, tres, cuatro, cinco... Respiró aliviada. Había traspasado la delgada línea roja. Ahora sí, alcanzó a pensar antes de que... ¡Zácate! pasaito los diez minutos, el susodicho cruzara la meta.
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Indignada, más aún viendo su cara de placer, explotó:
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- Agarra toah tuh weah y te mandai cambiar.
- Pero ¿qué onda?, ¿qué pasó?
- No te quiero máh en mi cama, erí un egoísta de mierda. Duraste un estornudo.
- Tsss, entera cuática, cómo tan golosa?!
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Ante eso, su ira se expandió como hongo atómico. Tomó sus cosas y las lanzó escalera abajo.
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-“Te vai, -le dijo- y sin chistar, huevón!”
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Él ni siquiera se tomó la molestia de discutir... agarró sus piltras y se fue, (por quinta vez)Shaaaa Claudia, que erí alaraca, mujer! Osea, que diez minutos tampoco es el fin del mundo, el cabro estaba ansioso poh! -le dije, abogando a favor del desconocido guiñapo.
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Sé perfectamente lo que necesito, amiga. Y si alguna mujer quiere a un amante “de cinco o diez”, que levante la mano o grite un ¡YO!... y voy le consigo uno en un dos por tres.
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¡Silencio absoluto!

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