22 noviembre 2008

Corajes

Si hay algo que odio en este mundo, o mejor dicho, en este rincón del mundo, es encontrarme con libritillos insultantemente caros para el bolsillo de una pobretona asalariada como yo. Ayer, sin ir más lejos, anduve ojeando, que también hojeando, un folleto de apenas unas 50 paginillas, de un librito de Neruda que me fascinó, pero luego de ver el precio me enfurecí... ¡Neruda ya murió, malditos gusanos! ya no está aquí para gozar de fortuna editorial alguna, y por muy vivito que estuviera, o por muy cabrón que sea, tampoco avalaría semejante robo. Así que me dije: ¡me vale una mierda, aquí mismito me lo leo! cosa que, lógicamente, me fue imposible hacer, debido a la atención que otros papelujos me despertaron. Mientras pajareaba por la librería Española, de España por cierto, la misma en donde llaman a las no-españolas como ¡latinas de mierda!, allí, digo, me encontré con una agradable sorpresa, lo último de Tim Burton, (¿Tim Burton? ¿Tim Burton? ah, sí, ¡Tim Burton! "ese" Tim Burton, el director de "El extraño mundo de Jack" o "El joven manos de tijeras" esas por nombrar algunas de las películas que me han gustado), panfletucho que contenía caricaturas, poemas y chistecillos pintados con humor negro. Sólo con echarle un vistazo a las primeras páginas me enamoré, La melancólica muerte del chico ostra, hasta que lo volteé para averiguar el precio, ¡hijos de la gran puta! el costo era equivalente a un mes de colaciones para Sofía. Allí terminé por cabrearme del todo, salí a la calle refunfuñando mientras buscaba las causas de mi cólera:
.
Piremo: Que hoy dispongo de menos dinero que hace un par de meses atrás, tanto, o tan poco, que ni siquiera puedo darme uno que otro gustito, bueno, sí, la verdad es que me quejo de llena.
.
Y segundo: Que por un mínimo instante consideré la necesidad, la posibilidad, las irresistibles ganas de ocultarlo bajo mis ropas y llevármelo, hurtarlo, sin ni una pizca de vergüenza, pero lo indignante de todo fue... ¡no haber tenido las pelotas para hacerlo!
Así como van las cosas ¿quién me asegura que, en el futuro, no estaré tras la rejas como una vulgar delincuente? es que así, no hay principio, ni credo, que aguante, señores.
.
.

No hay comentarios: