29 julio 2009
Fin
22 julio 2009
La última chupá del mate
Hay una mujer trapeando la porción de vereda que corresponde a la casa en donde trabaja.
–¡Ey, cuidado!–no pesco, sigo caminando, uno, dos pasos. Clau y yo somas las únicas en la calle, ni siquiera hay vehículos así que suponemos que se dirigía a nosotras. Clau se detiene.-¿Me hablas a mí? dice señalándose con el dedo. -¿Acaso no ven que estoy limpiando?– dice mientras apunta las baldozas con el mentón- ¡y pisan!
Oh-oh... Clau se ha mosqueado, eso es grave, más hoy cuando ha echado cuerpo, la cara de buena samaritana que va feliz a dar un poco de vida a mutado en una demente, de quien acaba de escaparse de un psiquiátrico, sus ojos muestran un hondo fastidio y perplejidad. Se acerca, da un paso. -¿Y qué mierda quieres que haga, idiota? ¿Que pase dando saltitos? ¿aún no te cae la teja que desde hace más de una década tu única tarea consiste en limpiar azulejos en donde cagan los perros y pisan las doncellas? para luego dedicarte durante horas a lustrar la mampara de ésta... tu casa ajena. ¿Cuando te vas a pegar la cachá de que no eres la última chupá del mate, sino el eslabón perdido entre los simios que bajaron de los árboles? ¿Cómo llegaste a esto, wachita? seguro que de niña soñaste con un día manejar una gran compañía, ¿no? con ser una eminencia médica o quizá una famosa actriz, pero no, no eres nada ¡sólo mírate! Tu único pasatiempo en la vida es adivinar qué traen los vecinos del supermercado y cuando consigues descubrir que alguien se ha gastado más de cinco lukas en una botella de vino, sufres y maldices tu destino. Dime, ¿sabes leer?, pues bien, dedícate al menos a leer el horóscopo o el faranduleo así tendrás algo de qué hablar, mija. Y ahora sigue limpiando, deja todo reluciente, que sino cuando pase de vuelta yo misma quitaré las manchas del piso con la cara de pija muerta de hambre que tienes.
Estoy de pie, mirando, atónita, la escena. La tierra no me traga.
Algo sucede. La mujer suelta el trapeador y se sienta en el borde de la cuneta junto a un balde azul. Comienza a llorar, como un niña. Se cubre la cara con las manos, intenta ocultar su angustia, pero el llanto la domina, la desborda, no puede contenerse. –Discúlpame, mi fui al chancho, lo siento, de verdad– le dice Clau. Se inclina para darle unas palmaditas en la espalda, de paso toma el mop. -Bah no me hagas caso, yo te ayudo-. La aseadora sigue inconsolable, niega con la cabeza. Clau comienza a baldear, su cara de buena samaritana a vuelto.
Sigo de pie, mirando, atónita, la escena. Perpleja.
17 julio 2009
Bailando con la fea
A mí no.
13 julio 2009
¡No toy ni ahí con tu parapluie!
Llueve y como siempre, de la nada, aparecen, como gnomos, los vendedores de paraguas. Este hecho suele resultar insignificante e incluso pasar inadvertido para el infrecuente peatón. Pero nunca para mí. Es muy triste y agobiante, pues casi toda la vileza humana se concentra allí, en el mercader. Es el gen de lo ruin, el ADN de la maldad. Es quien sonríe única y exclusivamente por la desgracia ajena, quien espera agazapado tras las sombras, masticando cizaña, el mejor momento para atacar, para burlarse de mí, por que tengo algo que necesitas y que tendrás que pagar, sí o sí.
Entonces me acerco, a uno o dos metros del comerciante, y allí me quedo, el vendedor busca mi mirada esbozando una leve sonrisa capaz de matar a una cascabel, jurando de guata que todo saldrá según lo planeó. Pero yo ni me inmuto, no lo miro, ni siquiera pregunto el valor de su puto paraguas. Me quedo, muy quieta, bajo la lluvia, tranquila, mientras su bobalicona sonrisa muta en desilusión, mira a su alrededor buscando una explicación, alguna razón para comprender semejante injusticia, para encontrar la falla de su infalible maniobra.
12 julio 2009
Ahueonao light
Posibles respuestas, ya que presumiblemente hablando, la escena se puede repetir.
2- Le ruego, por favor, que no me hable. Usted me repugna.
3- Viva y deje vivir, usted en su color, señor, y por favor no intente desteñir el mío.
4- ¿No le es agotador, querido, acarrear todo el tiempo ese ventilador con caca?.
5- Tranquilo, entiendo su frustración, esa frustración que lo obliga a ver sólo los fallos en los otros, es triste pues no tiene remedio, no pasa nada.
6- Le suplico no salpicarme con su fracaso. Gracias.
7- (Mirándolo por encima del hombro, de arriba hacia abajo) Perdónalos, señor, porque no saben lo que hacen.
8- Perdón, pero yo no tengo la culpa de que su mujer lo haya dejado porque ya no se le para.
Eso, fin de las respuestas. Creo que el exceso de grasa a afectado mi ingenio y a acortado mi genio, mi personalidad, pues me quedé mirándolo... sin decir nada.
02 julio 2009
Por una vez
Una vez más me quedé con las ganas de besar a un hombre, ingerir el alimento de los dioses, conocer una boca exquisita, unas caricias que me harían tocar la delicadeza de lo brusco, el tiempo sin segundos, y el sabor de una adrenalina que solo en sueños he podido experimentar.