20 diciembre 2008

Afirmaciones alternativas

Voy de regreso a casa, decido bajarme antes del autobús para caminar un poco, es temprano, son exactamente las 7:46 de la mañana, corre un viento frío, la calle está solitaria, de ahí su encanto. Los árboles silban una canción que no logr...
.
-¡Ey, nena! –Mi nombre es Paloma, juguito de pernos, Pa-lo-mi-ta. Miro a quien me habla. Frente a mí uno de mis vecinos, un hombre atlético, con una caja torácica muy pequeña para albergar un corazón. Va vestido todo de blanco, pantaloncitos cortos, muy cortos, y una sudadera a pesar del frío.
.
-¡Nena! ¿qué haces por aquí?
.
- Camino -Respondo. Uuufff cuánto me carga redundar.
.
-Así veo -dice con una sonrisa mientras corre, no, no camina, él corre. Ha decidido saludarme, pero sin detenerse. Corre a mi lado, en el lugar. Tira humito por la boca, y a pesar de los pantaloncitos y la sudadera, lleva guantes de lana. Exhala salud.
.
-Sí -digo. Yo no puedo caminar en el lugar, además tengo cosas en qué pensar: cuál era mi sueño de niña, qué quería ser de grande, quién soy, qué haré, cuándo me perdí, si me encontraré, en fin, cosas así.
.
-¿Por qué caminas? –Continúo con mi marcha, con calma, con una hipócrita sonrisa, él sigue trotando a mi lado sin haber sido invitado.
.
-¿Por qué no corres, mejor?
.
-Porque no quiero -le digo. Prefiero caminar.
.
-¡Pero correr hace bien! –se da un golpecito de puño sobre su huesudo pecho.
.
-Yo suelo correr 8 kilómetros por día, cada día.
.
–¿Ah, sí? Pues... te felicito -digo.
.
–Correr es lo más saludable que hay, oye –dice.
.
–La salud es un cualidad ambigua –digo–. Muchas veces sobrevalorada.
.
–Corre y me afirmas esa pancita –en un minuto de locura, se le ocurre punzar sus dedos en mi abdomen, yo lo miro, de costado, y los quita de inmediato.
.
–¿Cuántos chocolates y cervezas erí capaz de zamparte de una sentada? –Le pregunto.
.
–Hummm… no, yo no bebo, nada de calorías –dice–. Tampoco toco la carne, soy vegetariano. Tampoco le hago a los lácteos, ni quesos...
.
-¿Y qué comes, rabanitos? -Apuro el paso, pero es imposible escapar. Me esfuerzo por caminar rápido, y él por trotar con lentitud.
.
–Me hice un chequeo médico hace sólo unos días –sonríe–. Tengo el colesterol en 1.41. ¡Je!–
.
-Vamos a ver, guapito... ¿Cuántos polvos te echai en una noche de pasión?. En unas 3 horitas, digamos.
.
–Coger, a cierta edad, no es lo más importante, nena –dice. Intento seguir caminando. Ha comenzado a caer una fina llovizna que me picotea la cara.
.
-¿Y hace cuánto tiempo que no leí?
.
-¿Cómo? No entiendo –sonríe bobaliconamente.
.
-Digo que hace cuánto tiempo que no lees un libro, una novela.
.
-No tengo tiempo para eso, casi no leo. Pero voy al cine con frecuencia. Deberías correr, nena.
.
-Quizás, me lo voy a pensar –le digo–. Te aviso cuando me decida.
.
–Llámame, ¿sí?. ¿Tienes mi teléfono?
.
–Creo que no, pero cuando te llame me lo das, ¿vale?
.
–Verás cómo te sentará bien, nena. Correr te cambia la vida. ¡Hey! oye, no te vayas, escucha, el deporte es como una droga, mira, si yo no corro mis ocho kilómetros diarios me siento fatal, ¡eeeh!, ¡Paloma!, neeenaaaa, ven aquíííí...
-
-¡Vete a la mierda, hijo de puta! -digo... para mis adentros.
.
.

No hay comentarios: