27 febrero 2009

¿Hacer o no hacer, quizá deshacer?

¿Callar, hablar, o callar hablando... ?
.
Hacer algo que no se debe, algo arriesgado, o simplemente no hacerlo corriendo el riesgo de lamentarse después: he ahí la cuestión.
.
Es tan común preguntarse qué habría pasado de haber hecho esto o aquello, qué habría pasado de haberse presentado allí, de haber aceptado, de negarse. Muchos aseguran que el "hubiera" no existe, pues sí existe, está aquí, allí, siempre, volándonos la cabeza, espantando los sueños. Jodiendo.
Nos pasamos la vida tomando decisiones: ¿qué como? ¿voy o no voy? ¿me paro o me siento?, etc. Aparentemente, éstas son desiciones insignificantes pero que sin darnos cuenta pueden tener mucha relevancia, incluso de vida o muerte. Yo soy, ¿o era?, el tipo de persona que deja pasar todo tipo de oportunidades. Suelo preguntarme qué habría pasado de haber aprovechado alguna de ellas, oportunidades que quizá habrían cambiado mi vida, o los lindos, o tal vez los tristes, momentos que pude haber tenido.
.
Esta semana he dejado ir una oportunidad que ciertamente me abriría muchas puertas. No la tomé, permití que me la robaran, la dejé ir arriesgándome a un posible arrepentimiento y a un sentimiento de culpa que ya comienzan a hacerse latentes de forma casi simultánea.
.
Vaya mierda.
.
Ojalá que otra oportunidad como esta se presente, si acaso más grande y mejor, ¡que así sea! Pero si no, he de ir por ella, a punta y codo de ser necesario. Es eso o seguir siendo una gusana de mierda condenada a cadena perpetua.
.

15 febrero 2009

Que quemen el mundo, ¡ya!

Se supone que tengo un carisma desbordante, se supone que siempre irradio optimismo, se supone que tengo ángel, se supone que soy cordial, se supone que soy risueña. Se supone.
No sé cuando dejé de serlo o si tan sólo esto es una consecuencia, momentánea, de mi reclusión. El mundo me tiene harta, todos me irritan: no los soporto.

Parece que estoy parada junto sobre ese punto de desidolatración(?) asquerosa en que te das cuenta que tus amigos son simplemente un espejismo, personas que cuando menos lo sospechas te darán la espalda, personas que cuando más las necesite te lanzarán escupitajos mientras te mandan a la mierda.
Ultimamente mis palabras se rehusan a salir de mi boca, me resulta una tarea titánicamente forzosa el mantener una conversación por más de un par de minutos en donde no salgo del sí, del no, del no sé, o del ándate a la chucha. Veo enemigos en todas partes, entes hipócritas, nada leales, poco confiables, seres que de ser necesario me sacarían los ojos para jugar a las bolitas. Estoy harta de estar harta, agotada por no dormir, deshidratada por no comer. Estoy cansada de mirarme en el espejo y ver mi prematuro envejecimiento, mi inestabilidad emocional. Harta.

Quizá la culpa de todo es la puta crisis económica de mierda, una puta crisis económica de mierda con cara de tercera guerra mundial. Muertos no hay, quizás hay demasiados vivos. Todos vivos pero más cagados que nunca, preocupados, agonizantes. Menuda mierda.

Ayer, alguien me dijo que si estudio Artes voy a terminar prostituyéndome o vendiendo chocolates con los boyescauts. Eso me ha dado ánimos para volver a los libros, me ha motivado para seguir y cumplir mis sueños, para superarme como persona. ¡Ja!


Estoy en mi mejor momento. Lo sé.

14 febrero 2009

¡Peligro!

Someterse al amor y dar rienda suelta a la pasión, es un acto por lo menos peligroso. Incluso más que lanzarse de un avión con un paracaídas defectuoso, o conducir ebrio a más de chorrocientos kms por hora y sin cinturón de seguridad. En estos casos, lo más probable es que te vayas al patio de los callados sin siquiera enterarte, así que malo no es. En cambio, si de amores se trata corres el riesgo de quedar malherido y con nulas posibilidades de hospitalización. No hay cura alguna para corazones rotos, ni médicos que digan : "Oiga, le vieron la cara de imbécil, tómese estas pastillitas cada 6 horas, le sentarán de maravilla" o " Ey, señorita, su novio la cambió por otra chica que está mucho más rica, así que le vamos a aplicar este suero y saldrá de aquí irradiando felicidad".
-
No. Te cagas y punto.
-
Por esto y como buena cobarde que soy, procuro irme siempre con sumo cuidado. Sin embargo, también creo que existen personas por las que vale la pena correr el riesgo. Confiar, entregarse, dejarse llevar, dar.
.
Dar, no sólo recibir.
..
Sí, definitivamente hay personas que lo valen. Y si no, pues es que valen callampa.
.

Pesadillas

Cuando era niña y en la época en que no vivía en mi casa, sino con mi abuela, tenía la mala costumbre de hablar en voz alta mientras dormía, repitiendo siempre la misma palabra: “mamá”. Quizás era mi oculta necesidad de atención maternal, obviamente porque mi progenitora querida tenía cosas mas importantes que hacer y no podía hacerse cargo de mi. Tendría unos cuatro o cinco años y mami Toña, como llamaba a mi abuela, me despertaba de un sopetón para decirme que ella no estaba, que luego llegaría.Hasta la fecha, estas reacciones me parecen increíbles, casi estúpidas, pues según yo los sueños se guían por la razón, pero creo que hay una parte que no puedo dominar, donde el control sobre mi misma lo pierdo, mensajes ocultos tras una indiferencia fingida, o en este caso palabras descordinadas lanzadas al aire por la ausencia de mi mamá.
.
¿A qué viene todo esto? a que anoche me desperté muy angustiada, casi al borde del pánico, terror del que aún no me recupero. No recuerdo muy bien de que iba el sueño, alguien discutía, no sé de qué ni con quien, pero algo debió ocurrir que me causó miedo o una emoción muy fuerte que inexplicablemente corrí a los brazos de mi madre para aferrarme a su pecho, el problema es que yo pensaba que era otra persona, le dije: “te extrañaba tanto, mi amor”, pero lo peor vino luego: ¡la besé! De no ser por un instinto propio de autodefensa me desperté en pleno acto, de lo contrario no sé qué hubiera pasado, quizás habría continuado con muestras de cariño hacia ella, detalles inexistente en mi, simplemente porque no me salen. Me quedé inmóvil un segundo tratando de reponerme de tan desagradable e incomprensible sueño, buscando una razonable explicación, la que nunca llegó pues terminé por volver a dormirme sin conseguirla.
.
¡No jodan! que fue sin querer, totalmente inconsciente, lo puedo jurar, es imposible cobijar un anhelo desconocido de volver a verla, me niego a reconocerlo, no, ¡no puede ser que me esté volviendo tan mamona!

Al más allá

-Uy! mira Sofi, ya no se mueve.
-Seguro que se murió, mami, pobrecito, lo botamos, mami?
-Sí, tirémoslo a la basura.
.
No creo que exista otra situación en la que se refleje tan bien el significado de la muerte.
.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
.
Anoche asistí a mi propio funeral, me vi muerta dentro de un ataúd, paralizada, imposibilitada para abrir los ojos, con todo el cuerpo frío. Me levantaba, caminaba aturdida por un parque en donde una niña se mecía en un balancín lanzando alaridos infantiles, llantos espeluznantes venidos desde el mismísimo purgatorio. Desperté erguida, incapaz de asumir que sólo era una estúpida pesadilla.
.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el señor es contigo.
.
Crecí entre ánimas, fantasmas y sesiones de espiritismo.
Cerrando, simplemente, los ojos, su cuerpo a la muerte entregó, en un ataúd de excesiva sencillez su cuerpo dejó, asomada con su piel oscura, vestimenta negra y con las manos colmadas de algodón, burlona se durmió, amenazando con volver junto a las almas que un día bajo mi cama escondió. Hoy recuerdo su olor, el olor a muertos en mi casa. A los que volvieron encandilados con el grito que mi abuela con tanta agonía desató.
.
Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
.
He pensado en el día de mi muerte, al que asistiré orgullosa como a una coronación, seré la reina. He pensado también que, lamentablemente, sólo en los rituales de la muerte, es donde nos rinden el merecido o inmerecido homenaje de ser los más grandes, los protagonistas, únicos y especiales. Sobre todo con frases como: Era tan buena, que Dios la guarde en su gloria. Pero me asusta el cómo morir. Me cargan las tragedias de cuerpos destrozados en asfaltos, o los catres quejumbrosos de una enfermedad, odio las catástrofes, más aún los hospitales. No espero mucha ciencia para morir, sólo que sea de una manera simple, inesperada y rápida. ¿Cobardía? Quizás. Pero quiero que en el minuto de mi muerte una sonrisa asista conmigo a mi funeral.
.
Santa María. madre de Dios. ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte...
.
Cuerpos fríos, un rosario, unas velas, algunas flores, un hoyo en la tierra, un par de sepulteros, muchas lágrimas negras, demasiadas frustraciones de los vivos por no haber hecho más por el ahora muerto, o muerta. Ropas oscuras, cuerpos demacrados, ojos envueltos en un trozo de papel que se destroza como ellos en su dolor, una pena y un pesar por no haber pasado más tiempo... conmigo. ¡Ja!
.
Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al Espíritu Santo, Amén.

13 febrero 2009

Japi berdei

Por obligación, por norma, cada 23 de agosto acostumbro sumar un año más a mi calendario personal, sucede una y otra vez sin poder evitarlo, siempre ocurre, siempre, incluso en la misma fecha y casi por inercia.La verdad es que estos acontecimientos no los tolero con mucha facilidad. No soy de fiestas, claro está, mucho menos de celebrar cumpleañitos, aniversarios, añitos viejos, jalogüins, ni nada por el estilo. Yo paso. Es más, suelo pensar que aquellos que ponen excesivo ímpetu en esas fechas dejan muchos momentos en blanco, vacíos, y aunque ellos se defiendan diciendo que son los más valiosos, los mejores momentos para el reencuentro familiar, el júbilo emocional, el enriquecimiento espiritual, la verdad es que yo sigo pensando en que están llenos de hipocresías, de compromisos y cotilleos, es por esto que prefiero saltármelos, y quedarme con el antes... con el después.Hecha esta aclaración y constatada más de cinco mil cuatrocientas doce veces, igual, quienes me conocen: la gente cercana, los amigos más íntimos, el círculo parental al cual pertenezco y que se hace llamar familia, insisten en meter bulla. Algo poco, dicen, una oncecita, un salud o qué sé yo, será sólo entre nosotros, los mismos de siempre...
Pues bien, este año, como siempre, como cada vez, han vuelto a ganar por nocaut. Okey, ya está, listo. Hagámosla cortita, ¿vale? Pero no, no se conforman con un simple: !FELICIDADES! o un JAPI BERDEY! (palabras que siempre van acompañadas de las típicas, y siempre -estupendamente- bien recibidas, bromas sobre mi vejez), que luego hay que joderse con un dichoso pastel. Ea, al fin el grato ritual de soplar la velita, arrrggg... "Anda, mujer, que sólo es un rito inofensivo, una costumbre, un juego, una simple formalidad, venga no comiences a poner mala cara". Traen la torta, y aquí es donde llegamos al punto relevante de tan interesante post, presten atención, por favor. Me doy cuenta, con asombro, con agobio, que a tan apetitoso pastel le falta un par de porciones, dos pedazos. Al parecer alguien tuvo antojos incontrolados unos minutos antes, y utilizó "mi" torta para saciar su gula.
.
Al ver la desilusión colgada de mi cara, alguien dice: "Ya! dale no más, si es lo mismo. Pide tres deseos. Anda!". Así lo hago, amargamente cumplo mi rol. Murmuro algo indescifrable. Pido, desganada, mis deseos y soplo. Me saludan entre vítores, risas y hurras. Sin embargo, luego, la torta me sabe amarga, insípida, creo que si le faltaba ese par de porciones, esos dos pedazos, eso debe tener algún significado, algo tendrá que ver, ¿no? Quizás sólo debí pedir dos deseos, y no abusar. Quizás debí tirarme al suelo y echarme a llorar como una niña.

Inercia

Es curiosa esa capacidad mía de dormir con alguien, tenerlo dentro de mi y no sentir nada. Sin hablarnos, sin besarnos en la boca, porque así debe ser, casi por instinto, como una simple terapia. Me sorprende tanta frialdad, tanto mecanismo, vestirse rápidamente y que no entienda mi indiferencia, y que se frustre porque no logra comprender por qué ya no lo quiero cuando él mismo, también, ha dejado de querer.
.
Es curioso como podemos mezclarnos en la cama y no sentir nada, y que luego, y de una manera misteriosa, ni siquiera su olor permanezca conmigo.

Catarsis

Me paseo por una juguetería hasta encontrar aquella muñeca con la que soñé durante años, esa que deseé tener hace dos o tres décadas atrás, la compro, y me la pido para regalo: adórnela con un gran moño de seda, en lo posible, un moño color rosa y con pequeñas brillantinas, por favor. Salgo, avanzo sobre nubes hasta al auto, me siento frente al volante mientras dejo con sumo cuidado el paquete en el asiento del copitolo, decido partir de inmediato a casa pero ella me mira de reojo, me sonríe, me llama, me pide a gritos, con esos sonidos típicos de los bebés, que la despoje de su envoltorio, que la acune en mis brazos, tomo la caja y me sonrió al instante, ansiosa, rasgo el envoltorio con desesperación. Acto seguido y con un sentimiento de angustia, de frustración ante ese trozo de goma forrado en telas de algodón, la aprieto, me dedico a destrozarla al punto de querer arrancarle la sangre, intento reducirla a sus ínfimas partículas, a simple chatarra, enciendo el auto y lloro, lloro de rabia, por todas las veces que añoré tenerla conmigo, acelero, aumento la velocidad mientras bajo la ventanilla y en un impulso repentino, y con especial énfasis, la lanzo a la carretera diciendo: ¡vete a la mismísima mierrrrda, al infinito y más allá, pedazo de puuutaaaa, púdrete!
.
Ya estamos en paz.
.
Bah, no digan nada, que me ahorré una fortuna en psicólogos, así que no me juzguen, ¿vale?