14 febrero 2009

Al más allá

-Uy! mira Sofi, ya no se mueve.
-Seguro que se murió, mami, pobrecito, lo botamos, mami?
-Sí, tirémoslo a la basura.
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No creo que exista otra situación en la que se refleje tan bien el significado de la muerte.
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Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
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Anoche asistí a mi propio funeral, me vi muerta dentro de un ataúd, paralizada, imposibilitada para abrir los ojos, con todo el cuerpo frío. Me levantaba, caminaba aturdida por un parque en donde una niña se mecía en un balancín lanzando alaridos infantiles, llantos espeluznantes venidos desde el mismísimo purgatorio. Desperté erguida, incapaz de asumir que sólo era una estúpida pesadilla.
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Dios te salve María, llena eres de gracia, el señor es contigo.
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Crecí entre ánimas, fantasmas y sesiones de espiritismo.
Cerrando, simplemente, los ojos, su cuerpo a la muerte entregó, en un ataúd de excesiva sencillez su cuerpo dejó, asomada con su piel oscura, vestimenta negra y con las manos colmadas de algodón, burlona se durmió, amenazando con volver junto a las almas que un día bajo mi cama escondió. Hoy recuerdo su olor, el olor a muertos en mi casa. A los que volvieron encandilados con el grito que mi abuela con tanta agonía desató.
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Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
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He pensado en el día de mi muerte, al que asistiré orgullosa como a una coronación, seré la reina. He pensado también que, lamentablemente, sólo en los rituales de la muerte, es donde nos rinden el merecido o inmerecido homenaje de ser los más grandes, los protagonistas, únicos y especiales. Sobre todo con frases como: Era tan buena, que Dios la guarde en su gloria. Pero me asusta el cómo morir. Me cargan las tragedias de cuerpos destrozados en asfaltos, o los catres quejumbrosos de una enfermedad, odio las catástrofes, más aún los hospitales. No espero mucha ciencia para morir, sólo que sea de una manera simple, inesperada y rápida. ¿Cobardía? Quizás. Pero quiero que en el minuto de mi muerte una sonrisa asista conmigo a mi funeral.
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Santa María. madre de Dios. ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte...
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Cuerpos fríos, un rosario, unas velas, algunas flores, un hoyo en la tierra, un par de sepulteros, muchas lágrimas negras, demasiadas frustraciones de los vivos por no haber hecho más por el ahora muerto, o muerta. Ropas oscuras, cuerpos demacrados, ojos envueltos en un trozo de papel que se destroza como ellos en su dolor, una pena y un pesar por no haber pasado más tiempo... conmigo. ¡Ja!
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Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al Espíritu Santo, Amén.

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