08 marzo 2009

Vaso sin fondo

Me he pasado la vida oyendo a mi madre decir: "No te llenai nunca. Tení que aprender de una veh por toas a querer lo que ya tení y no andar deseando lo que no tení" o algo parecido. Y la verdad es que ya estoy chata, harta, de esa dichosa frasecita, por muy filosófica o sabia que suene, para mí: maní. Y no es que no valore lo que ya tengo, lo hago, pero no me basta con eso, también quiero tener lo que anhelo. Mi vida siempre ha estado ligada al deseo, a la innovación, al cambio. Me resulta imposible decir: "Oh, wow, mi vida es taaaan fantástica que quiero seguir así por siempre" No, no, y no. Mil veces no.
Tampoco es que busque la perfección, o quizá sí, pero la quiero a mi manera, una perfección que para algunos sería claramente lo imperfecto. Sí, eso es lo que necesito: mi perfecta imperfección. La realización de mi excentricidad, mi utopía como una realidad explícita, mi lamento como poesía dadá.

Y es que todo me aburre con mucha facilidad. Consigo algo y me agrada, me siento genial, de maravilla, pero rápidamente me provoca cierta repugnancia y necesito encontrar algo más. Siempre más. Casi siempre algo opuesto o distinto, algo que me seduzca, que me motive, que me provoque. Algunas veces esa misma búsqueda me cansa y antes de hallar lo que busco ya estoy pensando en buscar algo más. Y así sucesivamente... para toda la vida.

Esto o aquello jamásnunca es suficiente para mí, nada. Sólo lo será, tal vez, cuando el vaso se desborde, pero no cualquier día, ni con cualquier agua, sino que ese día y con esa agua... Entonces, allí, quizá sea suficiente.

1 comentario:

Angelica Jensen dijo...

Te comprendo.... yo soy igual, buscadora incansable de la perfección que nunca encuentro...pero eso es estar vivo!!!!!