01 marzo 2009

Directo al paraiso

El día que descubras la medida exacta de mis piernas, de modo que al lamerlas, desde los talones hasta el ombligo, tu lengua no se reseque, que las conozcas tanto que sin ver calcules la distancia precisa que hay entre mis rodillas cuando están abiertas, y no sólo eso, sino que conozcas el ángulo de la curva que forma cada una de ellas cuando estoy boca arriba. El día que me dejes tus dedos estampados en los muslos con un bello color azulado de tanto deseo, y que sepas que tus manos, allí extendidas, cubrirán todos mis complejos dejando escapar la mitad de mis culpas y que sepas que al momento de buscar la entrada con la punta de tus dedos antes debes recorrer el umbral con sus labios, y que desde ya te conste que disfrutaré sentir tu boca presionada a mis pantorrillas, pero más contra mis muslos, pero más más contra la piel que cubre mi entrepiernas. El día que de alguna manera consigas que mi columna se entere del momento preciso en que tus piernas separaran las mías, y que hasta el más recóndito rincón de mi cuerpo se erice al sentirte dentro, ese día, ese preciso día gritaré, al fin, tu nombre.
.
.

No hay comentarios: