11 marzo 2009

Fuera del círculo

Durante la niñez la ausencia de un grupo de pertenencia puede llegar a producir una angustiante patología. El niño se siente rechazado, subestimado, desencajado, no tiene con quien compartir sus vivencias, se sabe una partícula extraña dentro de un organismo tan alborotado como indiferente, es menospreciado, ignorado, relegado, marginado.
Es posible que ciertos trastornos de conducta aparezcan una vez que el niño se transforme en un adulto. Entonces puede ocurrir que el niño, siendo ya grande, se convierta en un asesino en serie motivado por un odio que pulula en sus venas, puede además ser un compulsivo violador que degluta las entrañas de sus víctimas, puede ser un vehemente psicópata, un amante de lo vomitivo, de la crueldad y de los hábitos más aberrantes.
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O puede también decidir ser un tipo solitario y continuar al margen, aislado, abstraído del exterior, alguien que ha descubierto de manera inconsciente que la gente, en su mayoría, no es gran cosa.
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1 comentario:

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

¡Ya se puede comentar! ¿Ahora debo releerlo todo y empezar a soltar toda la mierda que me he callado? Joder, tengo más responsabilidades en la blogosfera que en el trabajo...