09 junio 2009

Abandono

El silencio existente es del mismo tamaño de su hermana, en cada una de las cosas, en cada rincón de la casa. Han retirado la silla para que el hueco no se note, pero aquello ha sido como arrebatarle un trozo de rutina a la hora de comer. Su cuarto vacío lo han llenado de cosas intrascendentes, evitando así que nadie entre. Pero el niño siempre descubre a mamá escabullirse tras esa puerta, o a papá deteniéndose unos segundos frente a ella. Aún durante las noches es posible oír la nada retumbando persistentemente. Las miradas perdidas, ausentes y nostálgicas no se detienen, las frases sin final, las palabras a medias, es como si sus mentes estuvieran concentradas solo en soportar los recuerdos. Que Carolina esto, que Carolina lo otro. Ella jugaba, ella era, así sonaban sus risas, aquel su oso favorito. Marito, como algún día lo llamaron sus padres, intenta hablarles, pero ellos se alejan, lo evitan, lo ignoran, lo abandonan enfrascándose en su dolor, quizá por que aún es demasiado temprano para querer a alguien más, otra vez.

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